Un guardamarina burgalés circunnavegando la tierra

Marcos Pérez Vilda está en el buque escuela Juan Sebastián Elcano circunnavegando la tierra 500 años después de que culminara aquella epopeya por primera vez. «Emular a los castellanos que dieron la vuelta al mundo es emocionante», dice.

Hace unos días arribaba al puerto de Salalah, en Omán, el buque escuela Juan Sebastián Elcano, que dentro de poco más de un mes echará el ancla en el muelle de Cádiz tras haber completado, quinientos años después de que se hiciera por primera vez, la circunnavegación de la tierra. Si entonces aquellos audaces marinos cumplimentaron la epopeya -tras mil y un avatares- en algo más de tres años, el buque-escuela de pabellón español lo habrá hecho en diez meses. A bordo de esta nave, viviendo una experiencia única, hay un guardiamarina burgalés: se llama Marcos Pérez Vilda, tiene 21 años y sus orígenes familiares están enraizados en Castrillo de la Reina y Quintanar de la Sierra. Pérez Vilda es plenamente consciente de la historia y de que hubo un nutrido grupo de burgaleses que desempeñaron un papel fundamental en aquella primera hazaña marina. «Para mí, emular a aquellos marinos castellanos, que mandó al principio Magallanes, y tras su muerte Elcano, que finalizó la epopeya de dar la vuelta al mundo con tan solo una nao de las cinco que partieron de Sevilla y dieciocho de los más de doscientos hombres con los que salió, es emocionante», explicaba a este periódico desde algún remoto lugar del océano Índico.

Junto al guardiamarina burgalés viajan otras 230 personas. «Si las condiciones que existen a bordo actualmente pueden parecer duras, imaginarse cómo lo hicieron aquellos hombres es harto difícil», explica. Tampoco para ellos está siendo esta vez especialmente sencillo por culpa de la actual situación sanitaria. «Es un orgullo conmemorar aquel esfuerzo con otro esfuerzo que vuelve a hacer España enfrentando esta empresa en las condiciones de pandemia que se viven actualmente», subraya. Condiciones que están marcando mucho el devenir de quienes viajan a bordo especialmente cuando tocan tierra. «Cuando el barco llega a puerto no podemos bajar más que a un pedazo de muelle que suelen cedernos. Es quizás lo más frustrante de todo el crucero de instrucción: tener la oportunidad de visitar partes de mundo a las que seguramente nunca regresemos y no poder conocerlas. Culturas radicalmente diferentes, paisajes increíbles pero que solo se pueden disfrutar apoyados en la tapa de regala o desde la cofa».

Admite el joven guardiamarina que esta anómala situación está siendo, junto a la nostalgia de la familia, lo más duro. «Es demasiado tiempo sin ver a la familia y los amigos. La mayoría de nosotros lleva sin ver a su familia desde el 1 de septiembre del año pasado en que empezamos el curso en la Escuela Naval, y la dotación del barco aún más tiempo, pues salieron el 24 de agosto de España. Hoy en día es más fácil comunicarse con ellos, sin embargo, sigue siendo duro estar tanto tiempo sin verles. A pesar de eso, es la vida que hemos elegido. Creo que son ellos los que lo pasan peor y los que tienen mayor mérito», concede Pérez Vilda.

El joven guardiamarina, en el puerto de Yakarta, la capital de Indonesia. El joven guardiamarina, en el puerto de Yakarta, la capital de Indonesia.

Con todo, asegura que es «un sueño» estar formando parte de este viaje y hacerlo, además, en un barco histórico de casi cien años y que ha formado tantas promociones de guardiamarinas. «Pero más si cabe es la oportunidad de dar la vuelta al mundo, y una buena parte navegando. Cruzamos el océano Pacífico exclusivamente a vela desde Manzanillo, en México, hasta las Islas Filipinas, parando en los puertos de Pearl Harbour en las Islas Hawaii y Guam. No mucha gente puede decir que ha cruzado el meridiano 180 y vivir la peculiaridad que allí ocurre y es que al cruzarlo dando la vuelta al mundo debe saltarse un día en el calendario para no ir desacompasados con el resto del mundo. Este día en verdad no es que no exista sino que sus horas se reparten en los 24 cambios de hora que hay que hacer al atravesar todos los husos horarios. Ver las Islas Filipinas, el puerto de Cebú, las Islas de Ternate y Tidore (Las islas Molucas originales a las que pretendía llegar Magallanes y llegó Elcano), el puerto de Jakarta en Indonesia y un fondeo en las Islas Maldivas, descubrir el manso océano Índico en el que he llegado a ver la calma del mar... Todo ello y lo que queda por llegar es una experiencia única y al alcance de muy pocos. Creo sinceramente que no soy consciente todavía realmente de lo que supone estar realizando este viaje», explica con emoción. 

Lo más hermoso, lo que más le está marcando, lo que más le ha sorprendido y de lo que más está disfrutando es de los recibimientos en los puertos por parte de los nativos, «sobre todo en Guam y Cebú. Quizás por compartir parte de nuestra historia los recibimientos fueron muy cariñosos y en verdad había palabras de amistad en los pequeños actos que se celebraban al llegar o salir de puerto. Profesionalmente es una experiencia vital, se aprenden gran cantidad de cosas de aplicación directa en un futuro próximo, se empieza a desarrollar el estilo de mando al tener cierta responsabilidad sobre otras personas. Pero si algo me voy a llevar es lo personal, la convivencia con otras 230 personas en un espacio realmente reducido, compartiéndolo prácticamente todo (excepto la cama, en la que por cierto no quepo estirado), la convivencia con uno mismo en un periodo tan largo fuera de nuestro ambiente y las relaciones que se forjan a bordo; es lo personal lo que creo que más me está enseñando y lo que seguro no olvidaré nunca».

Marcos Pérez Vilda ingresó en la Escuela Naval Militar de Marín el 20 de agosto de 2018, y desde entonces se está formando para ser oficial de la Armada. «La militar es una vocación como tantas otras, y en mi caso la poseo desde que era relativamente pequeño», explica. Aunque la mantuvo más o menos en secreto, a medida que crecía fue fraguándose en él hasta que a los 15 años decidió definitivamente que quería ser militar. «Mi familia no tiene ninguna relación con este mundo, así que buscando por mi cuenta me fui informando de las posibilidades que ofrecía esta profesión. A pesar de ser de tierra adentro y de no haber pisado un barco en mi vida, fue la Armada la que llamo más mi atención. Quizás simplemente me dejé imbuir por el espíritu de aventura que despierta la mar en los hombres», reconoce el guardiamarina.

La vida a bordo. La vida a bordo es exigente, señala Pérez Vilda. «Está regida por un estricto horario. Comienza temprano con la diana a las 6,45 de la mañana, desayuno hasta las 7,15 y después un periodo de deporte. Por la mañana tenemos clases hasta la hora de comer, que es a la una. Al mediodía subimos a cubierta a observar el sol y resolver un problema que permite corregir nuestra posición. Por la tarde, otra vez clases de 16,00 a 17,30 horas, y después tiempo libre hasta la hora del ocaso en que se observa de nuevo para realizar otro problema con las estrellas en el crepúsculo, justo en el momento en que el sol permite ver el horizonte pero ya se empiezan a verse en el cielo los primeros astros. A las siete formamos en la zona del barco que se llama alcázar para la tradicional oración y la lectura de la orden del día siguiente. A continuación llega la cena y a las ocho un pequeño concierto por parte de la banda de música (de lunes a jueves) que los jueves termina con el tradicional ‘paseíllo’, una tradición que permanece de cuando se llevaban animales vivos a bordo e iban a ser sacrificados. Después del concierto el tiempo es libre y aprovechamos para estudiar, hacer deporte, leer...», describe.

A mayores de este horario, el día se divide en siete periodos de guardia que montan seis vigilancias (así se denomina el grupo de personas que monta la misma guardia). «De este modo se debe compaginar las clases y actividades del barco con las guardias, ya que cada día se monta en un periodo diferente. Descansar se descansa lo justo y necesario, sobre todo cuando se montan guardias nocturnas, pero poco a poco uno se acostumbra a dormir poco», admite. Cuando se hace necesario que todo el mundo participe en alguna maniobra en el barco, se toca ‘Maniobra General’, y en ella todo el mundo tiene un puesto asignado. «Se usa, por ejemplo, para dar y cargar las velas, para virar (cambiar el viento de amura) cuando vamos a vela o en casos de emergencia como el de hombre al agua. Una de las cosas que me ha permitido esta experiencia es la de subir a un palo a 50 metros de altura en mitad del mar y ser consciente de lo pequeños que somos y lo grande que es el mundo. Es una imagen digna de observar el verte rodeado de agua sin absolutamente nada más que tu barco en millas a la redonda».

El desempeño del guardiamarina burgalés a bordo «es la de formarme para en un futuro cercano (actualmente poco más de dos años) realizar las funciones como oficiales en los buques de la flota. Esto supone que no tengamos una tarea fija, sino que vayamos rotando en diferentes puestos para conocer y aprender de todos ellos. Montamos guardia en el puente, que es la que más me gusta ya que es, en definitiva, llevar el barco. Es desde el puente desde donde se ordenan rumbos, régimen de máquinas o disposición del aparejo (depende de si se va a vela, a motor o a mixta). También montamos guardia de derrota y meteorología, en las que vigilamos de forma constante las previsiones meteorológicas y preparamos en consecuencia la derrota que mejor nos convenga. Diariamente se imparten dos briefings al comandante en los que se recomienda qué hacer en función de meteorología, las millas que falten para llegar a puerto, si se da la velocidad que se debe... Además de otras guardias como la de cubierta, en la que se está al mando del personal de cubierta -que es el encargado de movimientos de velas y labores en los palos y la cubierta-. La de interior, que supervisa aspectos relacionados con la habitabilidad del barco, limpieza, reparto de las comidas, lavandería... Y la de máquinas en la que aprendemos el funcionamiento de los equipos de a bordo que no solo nos dan propulsión (como el motor principal) o electricidad (como los generadores), sino también todas aquellas que nos permiten tener agua potable desalinizando el agua del mar, la planta de tratamiento de residuos, calderas, aire acondicionado y tantas otras», concluye.

 

FUENTE DE LA NOTICIA: https://www.diariodeburgos.es/noticia/Z5E951D2B-DC48-0840-C6D2D3AD2F8886BF/202105/un-guardamarina-burgales-circunnavegando-la-tierra?utm_source=dlvr.it&utm_medium=twitter

 

20210429114031.pdf

 

https://www.elnortedecastilla.es/burgos/castrillo-reina-regreso-20210504163549-nt.html#vca=modulos&vso=elnortedecastilla&vmc=noticias-rel-1-cmp&vli=burgos

Mi abuelo Raimundo Sanz sería feliz si supiera que quiero volver a su pueblo, Castrillo de la Reina, para iniciar un nuevo proyecto de vida
Elisabeth Sanz regresó en 2018 al pueblo castellano donde nació Raimundo Sanz,
que emigró a la Patagonia argentina en 1910. En la actualidad forma parte
del proyecto de creación del Linkedin del Valle Digital y está considerando
la posibilidad de volver a Castrillo de la Reina para iniciar un nuevo proyecto de vida. 
LLEGADA A CASTRILO DE LA REINA
 Eli Sanz recibió una calurosa bienvenida a su llegada a Castrillo de la Reina, el pueblo del que emigró su abuelo Raimundo para viajar a la patagonia argentina.

Viajamos con las maletas vacías buscando respuestas.

 Anhelando nuevas conquistas personales y espirituales

que le den sentido y equilibrio a nuestras vidas. 

Raimundo Sanz Medel emigró a Argentina en

1910 desde la preciosa localidad de Castrillo de

la Reina dejando atrás su vida y su familia. Hijo de

Cipriano Sanz y Anastasia Medel, fue el mayor

de siete hermanos: Ramona, Isaac, Susana,

Tomás, Valentina y Modesta. Raimundo, que

había sido pastor en su tierra castellana, era un

experto en ganado ovino. Poco después de llegar

a Buenos Aires emprende la aventura de viajar

hasta la Patagonia. Se asienta en Puerto Madryn

 atraído por las riquezas que generaba la lana

conocida “como el oro blanco” de la época.

 Puerto Madry había sido fundado en 1865 con

la llegada a sus costas de los primeros colonos galeses.

CENA EN CASTRILLO DE LA REINAEra entonces un pequeño pueblecito situado a 1400 kilómetros de la capital. Fue uno de los primeros asentamientos del “hombre blanco” en un territorio dominado por las tribus Tehuelche y Mapuche. Raimundo era un hombre fuerte y de espíritu rebelde e inquebrantable. Comenzó trabajando como ganadero y poco a poco fue adquiriendo tierras para llegar a forjar su sueño, “La Loma Atravesada” que llegó á contar con 150.000 hectáreas de extensión y miles de cabezas de ganado. “Allí crecí en contacto con la naturaleza y la soledad. Es una zona muy despoblada en la que apenas hay dos habitantes por kilómetro cuadrado. Allí se suele decir que Dios se encuentra en todas partes, pero sólo atiende en Buenos Aires”, comenta Eli Sanz.

OTRA MAS CON LA FAMILIAEsta era una historia que ya había sido contada. Y es que José Luis Elvira había retratado la vida de Raimundo en el anuario del Ayuntamiento de Castrillo de la Reina en 2018. Una historia que permitió el rencuentro de Elisabeth con sus raíces familiares castellanas. Así en 2018 Eli y su marido llegan a Europa vivir la aventura del Camino de Santiago. Al hacer un alto para visitar el pueblo de Leo, su marido, Eli siente curiosidad por conocer sus raíces españolas. Contacta con el Ayuntamiento de Castrillo y José Luis Elvira, tras investigar en los archivos del arzobispado de Burgos, encuentra información precisa sobre la familia de Raimundo. “Terminamos el camino el 6 de septiembre de 2018. Tras visitar la catedral y disfrutar de la historia y cultura de la ciudad veo un mural que dice: el camino comienza ahora. Por eso, y gracias a la investigación de José Luis, viajamos a Barcelona para conocer a mis primas Montse, Elena y Pilar y a Madrid para encontrarnos con Juan Carlos. “En 2019 regresamos a España para conocer Castrillo de la Reina. La sorpresa fue que toda mi hasta entonces “desconocida familia” nos recibió como si nos conociéramos de toda la vida. Fue un “reencuentro” único y muy emocionante porque nos sentimos acogidos y muy amados durante toda nuestra estancia en Castrillo de la Reina. Sentí con enorme emoción que había cumplido el sueño de mi abuelo y que además ese sueño me empujaba a regresar a España para vivir la última etapa de mi vida”.

10 ARRIBAHenry Ford solía afirmar que reunirse siempre es el comienzo: mantenerse juntos es el progreso y trabajar unidos es el éxito. Y esta es la columna vertebral del Valle Digital, un proyecto ilusionante impulsado por Agalsa y Cibuc que busca el desarrollo empresarial, cultural, social y económico de la Sierra de la Demanda enclavada en la comarca de pinares. Y es que esta iniciativa daba un gran paso de gigante con la presentación vía telemática el pasado lunes 1 de marzo de 28 proyectos divididos en 10 grupos que van desde la educación a la vivienda pasando por el turismo, el teletrabajo, la naturaleza o la cultura inspirándose en el desarrollo del Sillicon Valley en Estados Unidos.

SmartSelect_20210221-084526_Instagram Uno de los grupos que despertó mayor interés fue el del Banco de Talento. Dentro del mismo, se presentó un proyecto que está llamado a ser el corazón del Valle Digital, el de la red social Linkedin del proyecto. Estamos ante una iniciativa impulsada por Elisabeeth Sanz en la que participan Alfonso Benito, Leonardo Domínguez, Laura Rica, Itziar Alonso, Javier Contreras y el periodista Germán Martínez. El objetivo es crear una red orientada a los negocios que permita entablar relaciones comerciales y profesionales en la Sierra de la Demanda. Herramienta digital que debe divulgar las ventajas del Valle Digital creando una red de apoyo profesional para dar a conocer y atraer talento apoyando los proyectos comarcales. También debe servir para realizar foros técnicos, eventos online, publicar historias de talento y casos exitosos.

FB_IMG_1613141147228“Mi primo Juan Carlos nos dio a conocer el Valle Digital. Proyecto único al que nos hemos sumado con fe y entusiasmo. Nuestro sueño ahora es poder comenzar allí una nueva vida creando una empresa o sumándonos a algún proyecto interesante. Nosotros no vemos una España Vaciada o Abandonada sino una España Deseada. Allí son ricos en calidad humana, paisajes, seguridad y estabilidad económica” Elisabeth Sanz tiene un gimnasio en Puerto Madryn en la Patagonia argentina. Es instructora de Ashtanga Yoga, de Entrenamiento Real y entrenadora personal con título en Ida Internacional. Es instructora de “Indoor Cycling”, KROPP 3D Training y tiene formación en levantamiento olímpico, ketbells. etc. También ha participado en pruebas de montaña de gran distancia.

fuente https://www.tuvozenpinares.com/articulo/comarca/abuelo-raimundo-seria-feliz-supiera-quiero-comenzar-nuevo-vida-regresando-pueblo-castrillo-reina-patagonia-arrgentina/20210312102002031752.html

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